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martes, 16 de junio de 2009

Comentando un cuadro mío



La tarde etérea de Lolita (2004)
aerógrafo y tinta.


El tema de las Lolitas, o pequeñas “nínfulas” agraciadas, lo estampó en la cultura popular el escritor Vladimir Nabokov al publicar en 1955 su obra cumbre “Lolita”, cuyo tema central giraba en torno a la obsesión de un hombre maduro por una bella adolescente. La novela tuvo una gran acogida entre el público convirtiéndose en un icono cultural que aún hoy perdura.

Desde entonces han sido comunes las referencias alusivas a Lolita, películas, series, pinturas etc. Oficialmente se han rodado dos versiones cinematográficas sobre la novela: la de Stanley Kubrick estrenada en 1962 (con guión del mismo Navokov ) y la de Adrian Line , de 1997. Aunque la crítica  tienden a darle más mérito a la versión de Kubrick , para mí en lo personal no hay duda de que la versión de Line, sin quitarle valor a su antecesora, es la mejor; no solo capta fielmente el espíritu de la novela original, sino, que logra enternecer de una melancolía abrumadora al espectador. Dominique Swain en el papel de Lolita es sencillamente espectacular, mejor en mi opinión que Sue Lyon (de la versión del 62) quien se ve muy mayor con respecto a la imagen adolescente-infantil que construyó Navokov.

Otras referencias que conozco: la serie brasilera “La presencia de Anita”  y la telenovela colombiana “Me llaman Lolita” (esta si la vi, empezó bien, pero termino muy mal) También se pueden apreciar relativas aproximaciones al tema en algunas películas. En “Juno” (2007) cuando el esposo de la pareja que se compromete a adoptarle el hijo a la protagonista (la adolescente embarazada Juno) entabla una cálida y enternecedora amistad con esta. La situación no se desarrolla más por cuenta de un suceso inesperado, pero deja entrever claramente que hubo una conexión especial entre el hombre maduro y la bella nínfula. Asimismo en “Escándalo” (2007) la cuestión se da, pero cambiando los papeles. La protagonista, una mujer madura insatisfecha con su matrimonio, se infatúa apasionadamente con un chico de 15 años.

Bueno, y después de esta brevísima reseña sobre las Lolitas, entró a hablar de mi pintura. Después de ver las películas y de haber leído la novela, decidí crear mi versión. El cuadro no nació solo, fue derivado de un relato escrito por mí llamado “Crónicas d Antaño”. En el, un hombre de 37 años, llamado Naren Ruíz, se sumerge años atrás para rememorar viejas épocas: anécdotas divertidas llenas de nostalgia y recuerdos de enamoramientos. Entre estos le dedica especial atención al gran amor de su vida (y actual esposa) Juliet Lían, que en esa época era una adolescente de 13 años. Para entonces el tenía 27 años y no comprendía por qué aquella chica púber le causaba tanta fascinación. Pero, con el pasar de los días se va enamorando de ella. Los dos llevan una relación casual, Juliet iba a la casa de Naren todos los días a hacer tareas de colegio. El trato continuo, fruto de esas tardes compartidas también va haciendo mella en la adolescente, quien al principio intenta reprimir ese creciente sentimiento hacia ese hombre mayor que apareció en su corta vida. En un determinado momento, en una tarde etérea llena de brisa y sol, en un solitario parque lleno de vegetación, los dos se besan al fin. La chica desde entonces da rienda a sus sentimientos.

Para la cita en aquel parque con Juliet, Naren lleva una cámara fotográfica. No era una digital, era una análoga Zenit de 35 mm (a la que su dueño llamaba cariñosamente “bola de hierro” por su peso) y es con esa cámara que toma la foto que reproduce mi pintura. La tarde de ese Sábado de Marzo era muy brisada, las hojas de los árboles se chocaban entre si movidas por las ráfagas de viento produciendo un sonido especial. Aparte de eso, el sol estaba radiante y el cielo azul, en fin una tarde etérea.

En la pintura, todas las características de esa tarde están graficadas: el reflejo luminoso del sol en el rostro de Juliet contrastado con la sombra de la visera, las finas hebras de cabello revoloteadas por la brisa, el fondo desenfocado de verde intenso herido por el astro rey, las hojas de la parte superior mostrándose traslucidas ante los rayos lumínicos, el rojo intenso de la flor del primer plano… Y el rostro de Juliet, sonriente, tierno y bello.




martes, 27 de enero de 2009

Tío Rico


Disertando un poco sobre este magnífico personaje que marco mi infancia


El 31 de diciembre de 1983 tenía 9 años de edad, recuerdo que ese día mi padre salió a comprar las cosas para la celebración de fin de año: comida, whisky, gaseosa, en fin, un completo de “arsenal” para organizar la parranda con los vecinos y crear esa especie de atmósfera muy familiar que se experimentaba en la cuadra cada vez que llegaba la navidad. Despuntando la tarde de aquel día, mi padre regresó con sus pertrechos fiesteros, pero traía algo más.
_ ¿Qué es eso, qué traes?_ pregunté.
Pero el no me respondió, solo me dio dos revistas gruesas.
Eran dos comic-books sobre personajes de Disney, era la primera vez que los veía así, ya que sólo tenía conocimiento de ellos en películas y series televisivas. La presentación era en colores ( esos colores planos que tanto me llamaban la atención) y con dibujos que me parecían muy llamativos. Cada comic-books contenía diversas historias, que se prolongaban varias páginas, las cuales trataban sobre un personaje específico. Había tramas del Pato Donald, de Mickey Mouse y otros tantos. Desde el primer momento me gustaron esos comics, tanto, que rogué a mi padre para que me surtiera de ellos cada vez que salieran las ediciones.

Entrando el año 1984, me regalaron otro comic-books, esta vez traía historias de otro personaje, del cual me convertiría el más fiel fanático: “Tío Rico” (Uncle Scrogee en Inglés, Tío Gilito en España o por su nombre de pila: Mc Pato) el Tío archimillonario del Pato Donald, Hugo, Paco y Luis. Siempre me fascinó el entorno donde este pato vivía: una ciudad llamada Patolandia, un enorme depósito de dinero donde el guardaba su enorme fortuna, una familia patuna conformada por sus sobrinos Donald, Hugo Paco y Luis, un inventor llamado Giro sin Tornillos, y una pandilla de ladrones (los “chicos malos”) que acuden a los más ingeniosos ardides para sustraer el dinero del depósito. De esta amalgama de personajes y cosas surgen historias dignas de ser catalogadas como verdaderos clásicos del comic. Dichas historias están basadas en aventuras y situaciones embarazosas que le dan a estos personajes cierta verosimilitud, cosa que nunca tuvieron en las películas. Así, vemos a la familia patuna, a la cabeza de Tío Rico, a bordo de un Batiscafo descubriendo accidentalmente una ciudad en el fondo del océano, a 9000 mts de profundidad. Este episodio, “Perdido en el fondo del Mar, apareció publicado en Colombia en noviembre de 1984 por la editorial Edicol, en la edición mensual “Super tío Rico Especial”.


La trama principal giraba en torno a la búsqueda, por parte de la familia patuna, de la moneda de la suerte de Tío Rico, la cual había caído accidentalmente en el fondo del océano cuando naufragó el barco que la transportaba. Otra historia muy buena, aparecida en la misma edición mensual a mediados de 1984 llamada “El pozo de dinero”, contaba cómo Tío Rico, ante el acoso de los chicos malos, tuvo que vaciar el depósito de dinero a través de un túnel hasta llevarlo a un desierto donde lo escondió en una especie de “bolsa” debajo del suelo. (Ver ilustración explicativa)




Desafortunadamente, el lote donde estaba la bolsa de dinero era del abuelo de los chicos malos y cuando estos descubrieron ese detalle jurídico, no vacilaron en montar una torre de extracción encima de la bolsa para sacar las monedas como si estuviesen sacando petróleo. El plan había fracasado, pero Tío Rico Mc Pato y sus sobrinos se las ingeniaron finalmente para recuperar la fortuna.





En ese mismo año (1984) en la famosa colección “Dumbo” leí una aventura clásica titulada “Correo interplanetario” donde Tío Rico y sus sobrinos viajaban a Venus y Marte a bordo de un cohete para entregar una carta dirigida a un habitante del planeta venusino . Resulta curioso, y me llamo mucho la atención en ese entonces, la forma como estaban recreados en la historieta los planetas Venus y Marte: el primero, estaba habitado por seres humanos gigantísimos que vivía en ciudades futuristas emplazadas debajo de una gruesa capa de nubes; el segundo, era un desierto árido en el que criaturas de diverso aspecto convivían.



También leí uno de los episodios más famosos del Pato archimillonario, que además fue presentado en la serie animada de Disney “Pato Aventuras”: “Robots ladrones” o “Los gigantes Robots ladrones” (según la traducción literal de la versión en inglés). En dicho episodio un científico construye unos robots gigantes, operados desde su interior por personas, que tienen la finalidad filantrópica de ayudar a la gente en los desastres naturales, incendios en edificios, etc. Pero aparecen en escena lo chicos malos, quienes no ven en dichas máquinas otra cosa que un instrumento eficaz para hacer el mal. Cuatro de ellos llegan al parque municipal de Patolandia y se cuelan en medio de la multitud que contempla la presentación de un prototipo. Luego, un chico malo toma el control de este, y empieza a atemorizar al público haciendo alarde del poder que tiene en sus manos. Pero su misión principal, y la de sus compinches, va más allá de asustar a la gente: robar la fortuna de Tío Rico.

Después de apoderarse de más robots que estaban almacenados en la bodega de la factoria, los cuatro chicos malos se dirigen hacia el sólido depósito de dinero del viejo pato Ultra millonario. Empiezan por darle martillazos (los constructores de esos robots también les dotaron de enormes herramientas de trabajo) para abollar las paredes blindadas y sacar el dinero; pero, como estas no ceden, deciden levantar la enorme estructura de sus cimientos y tirarla contra el piso hasta debilitarla. La estrategia funciona, y finalmente se dan el gusto de verter en cubetas gigantes las monedas y billetes como un jugo” (según se lee textualmente en el cómic)

Cargando su botín, los chicos malos conducen a los robots a un club de golf en las afueras de Patolandia ¿Su fin? Festejar su logro. Me gusta muchísimo la viñeta donde aparecen los robots danzan en medio de la euforia. Al final, Tío Rico, con la ayuda sus ingeniosos sobrinitos Hugo, Paco y Luís recuperan el dinero; pero eso sí, a costa de la destrucción de esas infernales máquinas.

Aunque no parezca para muchos, estas historias, aunque sencillas, tienen realmente calidad argumental, están concebidas de forma inteligente y pueden hacer parte de cualquier antología de historietas fantásticas. Desafortunadamente, si uno lee la literatura sobre la historia del cómic casi nunca hacen referencia explícita a ellas, quitándoles su verdadero rol en el arte secuencial. Esto se debe, pienso yo, a que la gente ha encasillado la importancia de los personajes de Disney al ámbito de las películas y series animadas. Craso error porque fue en los cómics donde se hizo lo mejor con ellos en cuanto a tramas y guiones. (obviamente la serie televisiva “Pato aventuras” es una excepción, pero cabe recordar que no hace otra cosa que adaptar a la TV el ambiente , la parafernalia y los guiones de las historias originales que aparecían en los cómics)

Un rápido Análisis de los comics de Mc Pato
Las historias de Rico Mc Pato o Tìo Rico, de las cuales he reseñado unas pocas, combinaban algo de humor, aventura y, a veces, un poco de misterio. Estaban estructuradas de una forma simple pero inteligente, aplicando una narrativa entendible para cualquier tipo de lector .Los personajes animales tenían características altamente humanas además de parlar: los perros o cerdos caminan en dos patas; los patos usan las alas como verdaderos brazos dotados de manos etc. Es tanta la antropomorfonización, que uno cree inconscientemente que Tìo Ríco es una persona o no un animal. Esto, es mi concepto, le daba más verosimilitud o “ seriedad” a las tramas, de tal manera que pudieran mostrar características de verdaderas historias de aventuras.


Otra cosa interesante es el uso de la exageración como ingrediente atractivo, así tenemos el depósito de Tío Rico: un edificio enorme donde esta guardada toda su fortuna en monedas y donde pasa sus ratos libres “nadando” entre ellas. ( ¿Qué tal si Bill Gates cambiara todo su dinero a monedas y lo guardara en un depósito?! Vaya cosa!) o cuatro gigantescos robots danzando al lado de cubetas enormes llenas de dinero.
El dibujo era en esencia simple, pero dotado de gran dinamismo y movilidad. Una sola línea ondulada trazaba el contorno de los personajes y las cosas, los engrosamientos lineales iban en las zonas de sombras y los adelgazamientos en las zonas de luces. De ahí que el relleno para trazar mapas de sombra sobre los personajes era prácticamente inexistente, salvo raras veces. Las sombras proyectadas si eran reprensadas, así vemos que cada objeto, cada personaje tiene la suya.
Las nociones sobre perspectiva y teoría de luces son muy cuidadas en estos comics, de ahí que el entorno donde se movía la familia patuna era convincente. Un ejemplo perfecto lo vemos en la aventura donde Tío Rico busca la piedra filosofal y termina metido en el laberinto del Minotauro: la forma como están resueltas las grutas, las paredes de piedra del oscuro túnel es convincente, mostrando un grado de detalle muy bueno, no obstante la simplicidad del estilo. Ahora, y esto es una opinión como ilustrador que soy, el hecho de que el dibujo sea simple no el quita lo difícil. Se necesita una gran maestría para dibujar correctamente un comic de Tío Rico, sobre todo un pulso extremadamente seguro. Solamente trazar bien los ojos de los patos en tinta, usando plumilla, entraña una gran dificultad técnica.
En cuanto a los colores, cabe decir que siguen el mismo patrón sencillez: colores planos, pocas tonalidades, alto contraste. Sin embargo eso no le quita un ápice de calidad, ya que va de acuerdo con el estilo estético del comic.



Hablando del creador de Mc Pato
Mc Pato, la ciudad Patolandia , el inventor Giro Sintornillos (Gyro Gearloose), el primo afortunado Glad Consuerte , los villanos Chicos Malos, el Club de los Cortapalos , en fin todo ese mundillo de personajes que hizo brillar la casa Disney en el mundo del comic, fue creación de un notable dibujante: Carl Barks, quien nació el 27 marzo de 1901 en Oregon (EE.UU.). Sus primeros años los pasó dentro de la granja de su familia donde desarrolló una fuerte afición por el dibujo e incluso llegó a cursar un taller de cómic por correspondencia. Hacia 1918 parte hacia San Francisco en busca de nuevas oportunidades y recala, como dibujante, en el modesto periódico Calgary Eye-Opener. Consigue en 1935 un empleo en la productora de Walt Disney como animador de cortos animados, muchos de ellos con la participación del Pato Donald.

Corriendo el año 1942 las cosas en el estudio Disney iban no iban muy bien, ya que este se había convertido en una productora que exclusivamente de dedicaba a hacer films para los soldados que estaban en el frente de batalla (hablamos de la segunda guerra mundial).
Barks renunció a su puesto, pero paralelamente le ofreció a Western Publishing la creación de una serie de comic-books basados en los personajes de Disney. La empresa dio el sí y por eso ese mismo año aparece Donald Duck Find a Pirate Gold escrito y dibujado por Carl Barks junto con Jack Hannah. El éxito fue inmediato y Barks dedicó los siguientes 25 años a crear cientos de historias gráficas sobre el Pato Donald y su famila. Esta obra colosal no fue reconocida como se debía, porque todos los comics iban firmados con el nombre “Disney” y no con el del verdadero dibujante. Así, cuando en mi infancia leía una revista de Tío Rico, podía darme cuenta que en todas las historias llevaban la firma de Walt Disney. Entonces me preguntaba ¿Epa, será que Disney dibuja todo esto, o lo hacen otras personas? Podía diferenciar cada estilo y, por mucho experto que se fuera, es imposible que un solo dibujante desarrolle muchos estilos a la vez. La respuesta vino muchos años después cuando me enteré que esos comics que tanto me gustaban eran trazados en realidad por muchos dibujantes y no por el propio Disney.

Sin dudas la creación más importante de Barks fue Uncle Scrooge McDuck más conocido como el Tío Rico McPato (o bien Tio Gilito). Su primera edición data del 22 de abril de 1947. Allí aparece como un personaje realmente avaro y maligno (directamente basado en el Scrooge del Cuento de Navidad de Charles Dickens): Sus primeras palabras fueron "odio a todo el mundo y todo el mundo me odia". Su principal objetivo en la historia era amargarle la Navidad a sus sobrinos llevándolos a una cabaña en un bosque plagado de osos. Finalmente Donald y los niños superan la prueba siendo recompensados generosamente.
Con el tiempo McPato ganaría en bondad y en avaricia, convirtiéndose en un personaje tan popular como su sobrino. Incluso llegó a tener su propia publicación (Uncle Scrooge).
Ahora, de todos los dibujantes de comic patunos, Barks fue sin duda alguna el que más sobresalió. Fueron sus viñetas las que me cautivaron, fue estilo el único que preferí. Por esos años no tenía ni idea quien era el, pero podía reconocer fácilmente una historieta suya. Gracias a ellas, aprendí a dibujar caricaturas y , gracias a esas caricaturas, me adentre al mundo de la perspectiva, de la teoría de luces, de la figura humana y el dibujo en general.
En 1965 Carl Barks se retiro de la actividad de dibujante de comic y se dedicó a la pintura. Con su partida dejaba una obra importante en el mundo del comic, rica en creatividad e historias entretenidas. Como era de esperarse, la serie patuna decayó en creatividad al no encontrarse un dibujante del mismo calibre que Barks; esta es la razón por la cual, su trabajo siguió publicándose por muchos años más. En 1984 se suspendió oficialmente la impresión de la serie, aunque siguió publicándose en algunos países hasta 1993. De hecho, el último ejemplar que compré fue editado en ese año. De diez años para acá he buscado afanosamente nuevas ediciones, he ido a todos los puestos de revistas y librerías de la ciudad, pero el resultado es negativo. Lo único que me queda es comprar revistas usadas a alguien que este dispuesto a venderlas. Ante este panorama me pregunto ¿Por qué no reanudan la serie? ¿Si el comic Condorito a sobrevivido muchos años de publicación, por que no Tío Rico?

Para bajar comics de Tío Rico, les dejo el link de este excelente Blog en el que encontrarán varios títulos clásicos:






lunes, 19 de enero de 2009

El niño espulgándose


Esta extraordinaria pintura de Murillo siempre
me ha impactado, no sólo por su perfecta técnica, sino
por su poderosa expresividad

Desde temprana edad, he tenido inclinación hacia el dibujo y la expresión gráfica; no es algo que se me haya enseñado, simplemente, nació en mí de forma maravillosamente espontánea, como si Dios lo hubiese puesto. Con el paso del tiempo he ido perfeccionando esa inclinación, especialmente desde que estudié diseño gráfico. De las largas horas de práctica y estudio, aprendí a usar la acuarela, los rotuladores, los colores, los pasteles, el aerógrafo y los Software de pintura; asimismo, descubrí (y aún lo hago) los misterios de la figura humana, de la perspectiva, de la teoría de los colores etc. No es de extrañar entonces que se haya desarrollado en mí una gran afición por el arte y todo lo que tenga que ver con el.

Sin embargo, no me considero exactamente un “pintor”, ya que mi oficio es el de Ilustrador y Diseñador gráfico, que es algo distinto. Pero eso no es obstáculo para apreciar y practicar la pintura, ya es bien sabido que hay arquitectos, ilustradores, diseñadores que han incursionado exitosamente en las artes plásticas. Ahí tenemos al acuarelista español Manel Plana, quien se inicio en el dibujo publicitario; a Ettore Maiotti, pintor italiano cuya profesión es diseñador gráfico y al “Mono” Angulo, acuarelista y arquitecto colombiano.

A lo largo de esta antología de sancochos temáticos, evocaré y comentare aquellas obras artísticas que siempre me han llamado hondamente la atención. Estas pueden ser de géneros variados como: pinturas, esculturas, obras arquitectónicas, filmes y hasta comics. En este texto me ocuparé de una pintura que me ha impresionado mucho, fue realizada por el pintor español Esteban Murillo hacia 1645, en pleno Barroco; le han dado varios nombres, pero el más común es “Niño espulgándose” del Museo de Louvre. Representa precisamente a un niño indigente, sucio, vestido con harapos, que se ha refugiado en el interior de un edificio abandonado para buscarse unas pulgas que se le han pegado al cuerpo y que lo mortifican con sus picaduras. Debido al uso de fuertes contrastes de luces y sombras (al mejor estilo tenebrista) que empleo Murillo en la pintura, se advierte un ambiente triste, solitario, y hasta melancólico. Me llama poderosamente la atención la forma como la luz proveniente de la abertura que está a la derecha, se posa sobre el cuerpo del niño transformándolo en una imagen llena de sombras dramáticas.

Es una obra impresionante, que expresa tragedia y ternura al mismo tiempo, lo cual es meritorio para Murillo, ya que logra enlazar estos dos aspectos perfectamente. Podemos entonces apreciar que, en medio del drama, se consigue mostrar una ternura congénita que no escapa de la mirada del espectador. Ahora bien, esta pintura la hizo Murillo en su natal Sevilla, en momentos en que la ciudad española vivía una situación terrible de pobreza y miseria. La peste había hecho estragos en la población, y muchos niños quedaron huérfanos, deambulando por las calles, buscando (y robando) cualquier cosa que pareciese comida. No es de extrañar entonces que Murillo, dominado por su espíritu apacible, se sintiera impulsado a retratar a esos pobres infantes.

“Niño espulgándose” me lleva a evocar mi propia ciudad, Soledad, donde abundan esos niños callejeros y hambrientos, que se conforman con cualquier mendrugo de pan o cualquier moneda. Cada vez qe veo uno de ellos, no hago otra cosa que recordar esta pintura inigualable.